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Cuidados en la última frontera

Mi padre dejó Michigan el día que terminó el instituto, decidido a cumplir el sueño de su vida: vivir en la naturaleza de Alaska. Mientras crecía, había perfeccionado sus habilidades cazando y pescando, impulsado por su pasión por la vida agreste de la sabana de Alaska. Cuando por fin llegó al final del camino en Talkeetna, Alaska, yo estaba a su lado -su pequeña hija- y, aunque él era un leñador rústico de corazón, adaptó su estilo de vida para darme los mejores cuidados y oportunidades que pudo.

 

En medio de esta vida salvaje y remota, Sunshine Community Health Center se convirtió en un salvavidas. Mi padre me traía en moto de nieve para revisiones dentales, exámenes físicos deportivos y citas anuales. Yo estaba cubierto por Denali Kid Care, pero papá no tenía seguro y dependía de la escala móvil de honorarios para sus propias necesidades sanitarias. Sunshine le permitía seguir siendo fiel a su estilo de vida aventurero y al mismo tiempo ser el mejor padre posible.

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Años más tarde, cuando mi padre enfermó, los cuidados de Sunshine fueron más allá de lo que yo podría haber imaginado. Todo empezó con una urgencia médica: mi padre fue trasladado de urgencia al hospital por un problema de vejiga, pero descubrieron que tenía cáncer de próstata en estadio 4. El diagnóstico vino acompañado de un aluvión de derivaciones, tratamientos y recomendaciones. El diagnóstico vino acompañado de un aluvión de derivaciones, tratamientos y recomendaciones. Abrumado, asustado y con el corazón roto, acudí a Sunshine CHC, donde Jenelle Johnson, PA, nos ayudó a navegar por cada paso con amabilidad y paciencia.

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"Me cuida igual que tú", dijo papá una vez. "Es casi como si tuviera dos hijas". Le encantaba hablar con Jenelle, compartir sus historias y preguntarle por su familia. No se sentía sólo como un paciente, sino como parte de la familia Sunshine.


El equipo de Sunshine hizo todo lo posible para aliviar nuestra carga. Arreglaron el equipo médico duradero de mi padre, asegurándose de que yo no tuviera que hacer más malabarismos en mi lista de tareas pendientes. Le recetaron sus medicamentos de manera que pudiera permanecer en su propiedad remota el mayor tiempo posible, sabiendo lo difícil que era viajar debido a los cambios estacionales. Le llamaban a menudo para ver cómo estaba, coordinaban sus análisis para que no tuviera que desplazarse a la ciudad y ajustaban sus horarios a sus necesidades. Y no sólo cuidaron de él físicamente: escucharon sus historias, sus poesías, sus preocupaciones y sus alegrías.

 

A medida que el camino de mi padre hacia el cáncer se hacía más duro, el equipo de Sunshine se convirtió en una fuente constante de fuerza y apoyo, no sólo para él sino también para mí. Nos ayudaron durante seis años de batallas contra la enfermedad, derivaciones, tratamientos e innumerables análisis. Aunque la lucha terminó el 15 de agosto de 2024, con su fallecimiento, estoy eternamente agradecida de que no luchara solo. Sunshine CHC estuvo ahí en cada paso del camino.


Aunque esta historia no termina con una cura milagrosa o una vida renovada, es una alegría compartir que mi padre se sintió querido e importante hasta el final. La compasión de Sunshine me dio el tiempo y la fuerza para estar con él, para cogerle de la mano mientras daba su último suspiro. Me dieron -y le dieron a él- el regalo de la paz durante el capítulo más difícil de nuestras vidas.

 

Siempre estaré agradecida por los cuidados, el amor y la comunidad que nos brindó Sunshine CHC. Hicieron que su viaje con el cáncer fuera un poco menos duro, y por eso, les estaré eternamente agradecida.

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Sierra Winter Smith - Directora de Hijos y Relaciones con la Comunidad

Centro Comunitario de Salud Sunshine

1-907-376-2273 (ATENCIÓN)

*Este artículo ha sido escrito con el apoyo de AI*.

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